VASKO LEGAZKUE

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viernes, 30 de diciembre de 2011

vista Arjé nº 6, pensando conTextos Recibidos x Pablo Romero pablorom7@montevideo.com.uy 00:53 (hace 9 horas) para destinatarios no revelados Esti

vista Arjé nº 6, pensando conTextos
Recibidos
x


Pablo Romero pablorom7@montevideo.com.uy
00:53 (hace 9 horas)

para destinatarios no revelados
Estimados/as, los invito a la lectura del sexto número de la Revista Arjé, en su formato digital. Pueden descargarlo directamente desde: http://www.box.com/s/16622zcl2smim1b36lgt (“pesa” solo 800 kb) o ingresando en nuestro blog www.proyectoarje.blogspot.com o solicitando por mail su envío como archivo adjunto en un correo electrónico.

Y para aquellos lectores que quieran comentar, discrepar, coincidir, debatir los artículos publicados, queda abierta la posibilidad de dejar comentarios en el espacio del blog www.proyectoarje.blogspot.com

A su vez, les invitamos a contribuir con sus textos para la conformación final del número 7 de la revista, el cual está en plena construcción y será publicado a fines de febrero, contándose ya con valiosos artículos de nuestros filósofos Enrique Puchet y Eduardo Álvarez, del mexicano Sergio García y del especialista ucraniano en Geopolítica Vladislav Gulevich. Se puede consultar sobre las condiciones formales de publicación enviando un correo a: pabloromero7@gmail.com

Contenidos

Carlos Maggi: un pensador olvidado, por Mateo Dieste, pág. 2

“Se acusó a Maggi de promover una visión que no se correspondía con todos y cada uno de los habitantes de aquel Uruguay, y ello nos revela hoy la idea errónea de que la sociedad es la suma de sus individuos; idea que sin duda ignoraba las construcciones colectivas de sentido y la gestación folclórica de discursos simbólicos, ambos factores que tienden a influir y condicionar —pero nunca a determinar totalmente— nuestras conductas y actitudes vitales. Como antes Piria, Herrera y Reissig o Vaz Ferreira, Maggi hizo una contribución para identificar cuáles eran las pautas culturales dominantes del Uruguay, esto es, aquellas que lo son justamente porque la cultura a la que pertenecen es incapaz de dialogar con otras y acaba siendo hegemónica: cualquier otra cultura local o regional del Uruguay, deberá asumir los códigos de comunicación que aquélla establece o no será visible más que para sus reducidos integrantes. Esa cultura dominante —incubada en Montevideo— impone valores y sentidos a todos los individuos, y el rebelde que no los obedezca pagará el precio de la exclusión o la indiferencia.”

La Marginalidad Cultural y las Políticas Públicas, por Leonardo Rosas, pág. 5

“Es pertinente referir que esta “sintomatología” se corresponde con un momento, por así decirlo, filosófico de nuestra sociedad. En efecto, la tendencia a entender que cualquier problemática debe solucionarse únicamente por medio del dinero (concepción propia de una sociedad de consumo), conjuntamente con una concepción posmodernista de las garantías y libertades fundamentales (donde tales libertades son una conquista aislada de cada individuo a lo largo de su vida y no una base mínima de dignidad de cualquier ser humano), aunadas a una concepción de la dignidad personal como “éxito” en la vida (éxito este que pasa evidentemente por los logros económicos, de los cuales se infiere la capacidad de un sujeto de responder satisfactoriamente a los desafíos de la vida en sociedad), y en conjunto con una especie de “culpa” social de los sectores más adinerados (culpa que llega en extremos a ser el verdadero motivo para manifestar conformidad con las políticas sociales, y más aún, visualiza como objetivo de esas políticas el dejar de sentir culpa), permiten que exista una base ideológica suficiente para que la marginación social se transforme en un problema de raíz conceptual y ya no de carácter práctico.”

Entre el dolor de la lucidez y la crisis educativa, por Pablo Romero, pág. 10

“También acotaría que la lucidez no tiene que ser necesariamente dolorosa, aunque resulte innegable el hecho de que romper con aquello que nos cegaba -y el abrirnos a visiones más amplias y menos ingenuas de las cosas- supone un acto de romper con lo establecido en nuestras cabezas y en nuestras vidas y modifica radicalmente nuestros vínculos, por lo cual casi necesariamente parece suponer siempre un parto doloroso. El punto discutible de la concepción parece ser la idea de que quizás pueda entenderse que lucidez y dolor son inseparables en todo momento. ¿No hay felicidad posible siquiera acaso en las “alturas” de la lucidez? ¿O el iluminado solo puede estar condenado al dolor de la “soledad ilustrada”, del paria que ha visto cómo las cosas finalmente son y no tiene más remedio que vivir aislado entre sus semejantes? Creo que hay cierto mito romántico mal curado en tal asunto.
Pero, pese a estos reparos -no taxativos, por cierto- que creo conveniente tener en cuenta, ciertamente existe buena parte de razón en lo que dice el personaje interpretado por Luppi y claramente parece ser más recomendable arriesgarse al dolor de la lucidez que al vivir en la felicidad de la ignorancia. ¿O no lo creen así?”

El miedo a ser libres y el socialismo filial en Uruguay, por Gonzalo Schwarz, pág. 12

“El ultimo tipo de socialismo -y que es el que se evidencia como el más prevalente en algunos sectores de la sociedad uruguaya- es el socialismo filial. Este se contrasta con el tipo paternal. En el segundo observamos que una elite o un grupo de personas quieren imponer sus valores en la sociedad. En cambio, en el socialismo filial son las personas las que quieren que se les impongan valores, ya sea por otras personas, un ente gubernamental u otras fuerzas trascendentales. Esto nace del hecho de que aunque académicos, filósofos o políticos puedan asumir que las personas quieran tener la libertad de tomar sus propias decisiones, no toman en cuenta que la libertad acarrea consigo responsabilidades. En este sentido muchos uruguayos no quieren tener que tomar responsabilidades por sus decisiones. Por lo tanto, tienen miedo a ser libres, dependiendo del Estado para que los proteja de asumir la responsabilidad por sus propias decisiones. ”

Economía, ecología, ética, libertad y política, por Ariel Asuaga, pág. 14

“La ética debería gobernar nuestras acciones en cuanto al manejo de los recursos naturales y también respecto a nuestros congéneres. Me cuesta aceptar que actuemos como una bacteria reproduciéndonos mientras alcance el sustrato, en vez de ajustar nuestro comportamiento para que el sustrato no se agote. La vida no es frágil, pero la de nuestra especie puede serlo si avanzamos irracionalmente hacia el abismo maltusiano sin hacer nada. Tal vez en un futuro lejano los hombres sinteticen comida en los laboratorios y no sea necesaria la agricultura. Sin embargo, en nuestro tiempo y hasta donde nos alcanza la mirada, necesitamos ser agricultores y deberíamos entender que el cuidado de la naturaleza excede el terreno económico.”

Un repaso por el debate Ratzinger – Habermas, por Matías Finucci, pág. 16

“Si hay algo que une a Habermas y a Ratzinger es que ambos meten en el medio a Kant. Uno para partir de él; el otro para destruirlo. La diferencia principal entre ambos autores es que mientras para Habermas la justificación de las normas se basa en un consenso formal y procedimental por el que se llega a la verdad (Teoría consensual de la verdad), para Ratzinger la justificación se da a través de la ley natural como participación de la ley eterna del Creador, que el hombre descubre en su propia naturaleza. La cuestión radica en si se considera al hombre como un ser autónomo y fin último, o si se tiene una mirada trascendental. Por eso, si el derecho se funda en la noción de naturaleza humana, la moderna noción racionalista de una razón autosuficiente y autónoma no es sostenible. Con lo cual, un mero consenso racional sería insuficiente porque el hombre no se completa sino en Dios. Del otro lado, el considerar al hombre como fin último, la comunicación racional entre los hombres hace innecesaria alguna justificación metafísica.”

Cinco mitos sobre el Anarquismo, por Jorge Gómez, pág. 20

“Por otro lado, los anarquistas individualistas o filosóficos como los de la tradición estadounidense como el ya mencionado Tucker, promueven el pacifismo, rechazan la conscripción militar por considerarla una forma de esclavitud y no creen en la revolución violenta como método para llevar a cabo los cambios sociales.
Lo anterior se debe a que la contraposición anarquista a cualquier forma de coacción se sustenta en la defensa de la autonomía del individuo y la libertad como un derecho natural. De esto, deriva el denominado axioma de no agresión –defendido por anarco capitalistas y mutualistas- que plantea que la sociedad es libre cuando no existe coacción sobre los sujetos, y por tanto pueden llevar a cabo libres acuerdos sin interferencia alguna.
Este principio sin embargo, no descarta el castigo hacia quienes agreden la propiedad de otro, por tanto defiende la legítima defensa y la libre asociación para ello. Así, autores claramente anarquistas como Warren, Spooner y Tolstoi defienden estos principios pacifistas. Gandhi seguía el mismo principio.
Por eso, es un error garrafal catalogar de anarquista a cualquier extremista o lumpen, cuando lo más probable es que éstos ni siquiera hayan leído a Benjamín Tucker o Lysander Spooner.”

¿Cuál es el sentido de insistir en una “Filosofía mexicana” y cuál es la intención de reconceptualizar la misma?, por Andrea Mora, pág. 23

“Si tomamos como punto de partida la gran ignorancia que acerca de nuestra historia de las ideas impera en nosotros, los filósofos mexicanos, y desde la cual se produce filosofía en México, afirmaremos que no hay más tarea para el estudioso de la filosofía mexicana, que la de continuar repitiendo lo que se ha dicho en Europa. Ya sea por la falta de elementos epistemológicos, por la carencia de las condiciones materiales óptimas para llevar a cabo la labor filosófica, a causa de la mentalidad de colonizados que impera en nosotros los mexicanos y que, junto con la idea de que somos incapaces de hacer y pensar filosóficamente; o por todas las razones antes mencionadas y algunas más que seguramente desconozco, que nos hemos mantenido al margen del análisis de las propuestas filosóficas propias, situándonos en calidad de pupilos frente a la filosofía europea. La cual hasta nuestros días, no tiene pretensiones de abandonar su hegemonía dentro del campo de lo filosófico.
Recordando las palabras del maestro Rafael Moreno en su Actha Philosophica, aclaro que no pretendo con la exposición de este trabajo persuadir al lector de que la pretensión de la filosofía mexicana, es la de desconocer a la filosofía europea, ni a ninguna otra filosofía; sino todo lo contrario, ya que ésta, apuesta por el establecimiento la filosofía mexicana, la europea y todas las demás filosofías dentro de una relación de cotejo y por supuesto de colaboración; y nunca de exclusión.”

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