VASKO LEGAZKUE

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domingo, 27 de noviembre de 2011

Análisis del discurso de Rajoy (26 - 11- 2011) La semántica de la prudencia; por Fernando Vilches El discurso que el futuro presidente hizo la noche

Análisis del discurso de Rajoy (26 - 11- 2011)
La semántica de la prudencia; por Fernando Vilches

El discurso que el futuro presidente hizo la noche electoral marcó lo que serán los ejes de su política. LA RAZÓN analiza con diferentes expertos los mensajes clave que marcan la línea que seguirá el nuevo Gobierno

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Análisis del discurso de Rajoy
27 Noviembre 11 - -
Buenas noches a todos:
Los españoles, mediante su voto, han decidido otorgar al PP su confianza para gobernar España en los próximos años.
Hace unos minutos he recibido sendas llamadas telefónicas de felicitación del Presidente del Gobierno, Don José Luis Rodríguez Zapatero, y del candidato del PSOE, Don Alfredo Pérez Rubalcaba. A su vez, quiero expresar mi respeto por ambos, y el deseo compartido de que tengamos un traspaso de poderes modélico y una fructífera relación de futuro.

Mariano Rajoy abre el discurso constatando un hecho: «Los españoles han decidido otorgar al PP su confianza para gobernar España en los próximos años». Y esta aceptación del juego democrático lo refrenda con la revelación de sendas felicitaciones recibidas del presidente del Gobierno y del candidato del PSOE. Con ello, resalta una normalidad política que ha de proyectar luz hacia el futuro inmediato de «la gran nación que somos».

Mis primeras palabras se dirigen a todo el pueblo español. La amplia participación en estas elecciones es la más contundente prueba de madurez democrática en estas difíciles circunstancias.
Quiero agradecer de todo corazón a los millones de españoles que han depositado su confianza en el PP el inmenso honor y la enorme responsabilidad que nos han otorgado. Ese honor nos obliga a la humildad y al compromiso. Esa responsabilidad lo exige todo de nosotros.
Y quiero, inmediatamente, dirigirme a todos aquellos que hoy no nos han votado, para decirles desde este primer momento que estoy plenamente decidido a ser el Presidente de todos y a anteponer siempre, en toda ocasión, el interés general a cualquier interés particular; que gobernaré al servicio de España y de los españoles, procurando que por ninguna circunstancia nadie se sienta excluido de la tarea común.
Nadie tiene que sentir inquietud alguna. No habrá para mí otros enemigos que el paro, el déficit, la deuda excesiva, el estancamiento económico y todo aquello que mantiene a nuestro país en estas críticas circunstancias.

Tras este inicio, retoma el discurso en primera persona: «Mis primeras palabras se dirigen a todo el pueblo español» y verbaliza quiénes son los destinatarios de su mensaje, los españoles, de quienes desea captar su benevolencia alabando «su contundente prueba de madurez democrática en estas difíciles circunstancias» (captatio benevolentiae). En primer lugar, agradece la confianza depositada en el PP con el que comparte el honor y la responsabilidad. Pero, en segundo lugar, añade que todo ello obliga a la humildad y compromiso «de todos nosotros». A partir de aquí, Mariano Rajoy habla ya como líder del PP y futuro Presidente. Se dirige a quienes no le votaron para manifestarles que desea ser el presidente de todos anteponiendo el interés general al particular al servicio de la tarea común. Proclama que no excluirá a nadie, porque no tiene enemigos. Y lo razona: «No habrá para mí otros enemigos que el paro, el déficit, la deuda excesiva, el estancamiento económico y todo aquello que mantiene a nuestro país en estas críticas circunstancias». Es el suyo un mensaje de tranquilidad y confianza desde la fuerza comunicativa que da ese «quiero» repetido dos veces en el texto.

Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país, no ya en los próximos años, sino en las próximas décadas. Y, en estos momentos decisivos, es cuando se mide el temple de los hombres y de los pueblos. Este texto puede ser modificado parcial o totalmente por el orador. Sé muy bien lo que nos toca. Para nadie es un secreto que vamos a gobernar en la más delicada coyuntura en que se haya encontrado España en los últimos treinta años. Pero desde esta hora quiero decirles a todos los españoles que en el compromiso que asumimos con ellos, no sólo vamos a darlo todo, sino que vamos a darlo con todos. Que sólo habremos salido adelante si salimos todos juntos. Y que, para conseguirlo, todos tendremos que aportar lo mejor de nosotros mismos.
La Legítima satisfacción que nos embarga por la victoria no nos impide dejar de pensar, ni por un instante, en la inmensa tarea que tenemos que afrontar y en la necesidad de abordarla cuanto antes. Y sobre todo, en la obligación que hemos contraído, especialmente con aquellos que se encuentran en las situaciones más difíciles: quienes han perdido su trabajo o no encuentran su primer empleo; quienes se han visto obligados a cerrar su pequeño negocio o su actividad como autónomos; quienes viven de una pensión que apenas cubre sus necesidades más elementales; quienes sufren la enfermedad o cualquier forma de infortunio. A todo ellos les quiero hacer llegar un mensaje de cercanía, de aliento, y de confianza. Que nadie tenga duda de que todo lo que humanamente se puede hacer por mejorar su situación, lo vamos a hacer. Y que pensaremos en ellos antes que en nadie a la hora de tomar decisiones.

Alude, ahora, a la situación histórica y crítica en que se encuentra España en estos momentos, que exige dirigentes con temple ante los riesgos y pueblos con madurez suficiente para asumir los sacrificios venideros. Y, retomando el mensaje en primera persona, declara a los españoles que tiene proyecto para ello y que acepta el compromiso: «Desde esta hora, quiero decirles a todos los españoles que en el compromiso que asumimos con ellos, no sólo vamos a darlo todo, sino que vamos a darlo con todos. Que sólo habremos salido adelante si salimos todos juntos». Por ello, pasa por alto la legítima satisfacción por la victoria y recuerda la obligación que su Partido y él han contraído con quienes carecen de trabajo, han tenido que cerrar su negocio o viven de una pensión escasa, sufren enfermedad o cualquier infortunio. A todos ellos, dirige personalmente un mensaje: «que pensaremos en ellos antes que en nadie a la hora de tomar decisiones». Es un mensaje dominado por la voluntad democrática de aceptar el envite: quiero… quiero… quiero… quiero, prodigado cuatro veces hasta aquí. Pero también es el anuncio de las medidas inmediatas que se compromete a tomar.

Queremos devolver a los españoles el orgullo de serlo. El orgullo se rescata a base de trabajo, de esfuerzo, de mérito, de tomar riesgo, de innovar, de preocuparse por los demás, de ser solidario. Lo he dicho muchas veces y lo repito hoy: la nuestra es una gran Nación. Pero, añado, incluso las grandes naciones a veces se olvidan de que lo son y se dedican a cosas pequeñas. Yo no quiero que eso vuelva a suceder y me aplicaré a evitarlo: no habrá sectarismo, rencillas pequeñas ni divisiones artificiales que nos distraigan o nos retrasen en el esfuerzo común.
Subrayo esta idea: la del esfuerzo común. Esfuerzo de todos y para todos. Esfuerzo compartido y equitativamente repartido. En una palabra, esfuerzo solidario.

Alterna, al inicio de cada párrafo, la primera persona del plural, con la del singular. Los conceptos sobre los que gravita el mensaje en este apartado son, por una parte, “orgullo” de ser español (luego, en las palabras desde el balcón, recogerá el mensaje de los congregados sobre este particular), de pertenecer a “una gran Nación”, pero con un matiz muy importante: hasta los grandes países se pueden perder en rencillas de reinos de Taifas y olvidar la pertenencia al gran grupo. Y, por otra parte, “esfuerzo”, porque sin aplicarnos entre todos a la tarea, nos será imposible salir del atolladero.

Y somos una gran Nación, entre otras cosas, porque nuestra diversidad es fuente de grandeza y nos enriquece. Y debe seguir enriqueciéndonos. Pero esa diversidad tiene que anudarse con fuerza a un principio solidario, más necesario que nunca en estos tiempos. Convocaré inmediatamente a todas las comunidades autónomas, cualquiera que sea el color político de su gobierno, a una reflexión compartida sobre la forma de afrontar coordinadamente las exigencias de esta grave situación. Y queremos ser grandes, también, dentro de nuestro más amplio espacio de integración: la Unión Europea. Hoy más que nunca nuestro destino se juega en y con Europa. La voz española tiene que volver a ser respetada en Bruselas, en Frankfurt y allá donde se jueguen nuestros intereses. Seremos el más leal, pero también el más exigente de los socios. Seremos el más cumplidor y el más vigilante. Dejaremos de ser un problema, para volver a formar parte de la solución.

Recupera de nuevo el plural “somos” para introducir un concepto necesario en la configuración política del Estado de la Autonomías, como es la “diversidad”, propia del acervo cultural de España, y que Rajoy reconoce explícitamente como un componente esencial de la acción política. Sin embargo, introduce un matiz, el de la “solidaridad”, tan importante siempre, pero más en las actuales circunstancias. Escoge un futuro obligativo “convocaré”, con el que afirma la importancia que tendrá en su acción de Gobierno el concurso de todas las comunidades autónomas, “sea cual sea el color político de su gobierno”. Y, para completar el contexto político, hace la imprescindible referencia a Europa, para señalar que “hoy más que nunca, nuestro destino se juega en y con Europa”. Y termina con una afirmación positiva y llena de esperanza: “Dejaremos de ser un problema, para volver a formar parte de la solución”, frase con la que evoca, implícitamente, al primer Gobierno del Partido Popular.

El pueblo español se ha expresado. Lo ha hecho alto y claro. Ha decidido romper con lo que había y abrazar el cambio que le proponíamos. A ese cambio hoy quiero convocar a todos, para ese cambio quiero contar con todos, en ese cambio me gustaría que pudieran confiar todos. Por mi parte, y por la de mis compañeros del Partido Popular, no van a faltar ni ganas, ni el entusiasmo, ni el trabajo, ni el compromiso.
No va a haber milagros. No los hemos prometido. Pero ya hemos visto otras veces que, cuando se hacen bien las cosas, los resultados llegan. Yo confío en que el trabajo, la seriedad y la constancia, –que son los principios que me han acompañado a lo largo de mi vida– servirán también para que, más pronto que tarde, todos empecemos a ver los frutos. Les invito a todos ustedes a compartir esa confianza.
Nada más, muchas gracias y buenas noches.

Dos son los mensajes que introduce en esta última parte. El primero, la legitimidad con la que acomete su tarea: “El pueblo español se ha expresado”. El sujeto con el que inicia la construcción sintáctica no es baladí. Él ofreció cambio a los españoles, y la mayoría se ha hecho eco de su propuesta. Pero, en una posición de hombre de Estado, a pesar de la mayoría que lo ha votado, afirma: “Quiero contar con todos”. De nuevo, finaliza con conceptos positivos: “ganas, entusiasmo, trabajo y compromiso”.
El segundo mensaje es un reconocimiento explícito de que tiene los pies en la tierra: “No va a haber milagros”. Y, con el verbo en primera persona del plural, se une a todos los que han hecho campaña con las ideas del PP: “No los hemos prometido”. Y vuelve a rematar sus palabras, ya para la conclusión final, con dos verbos elegidos cuidadosamente y en primera persona del singular, el primero, reforzado con el pronombre, “Yo confío”; el segundo, apoyado en ese leísmo tan del gusto de los madrileños y que ha contagiado su origen gallego, “Les invito”, con lo que no deja a nadie fuera en la tarea futura, difícil, sí, pero apoyada en la “confianza”, última palabra elegida antes de la despedida.

Fernando Vilches
Director del Departamento de Lengua Española de la Universidad Rey Juan Carlos


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la razon es

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