VASKO LEGAZKUE

VASKO LEGAZKUE

domingo, 13 de noviembre de 2011

MUERTE Y VIDA

LA MUERTE Investigación médica
La luz al final del túnel, el último enigma de la mente humana
'La muerte de Casagemas', de Pablo Picasso. | El Mundo
Proponen diversas explicaciones para las experiencias cercanas a la muerte
Podrían deberse a una compleja mezcla de efectos químicos en el cerebro
Otras hipótesis apuntan a la psicología o a los misterios de la física cuántica
Ángel Díaz | Madrid
Actualizado domingo 13/11/2011 05:42 horas
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A lo largo de la vida, la mente nos puede jugar malas pasadas o hacer ver cosas que no están allí: desde la sensación de parálisis que acompaña a algunas pesadillas hasta la percepción de haber abandonado el cuerpo. Es relativamente común recordar experiencias que tradicionalmente han sido consideradas como paranormales, aunque en realidad pueden deberse a estados profundos del sueño, la acción de ciertas drogas o a vivencias traumáticas que inducen cambios en el cerebro.

La experiencias cercanas a la muerte, tal y como las refieren algunas personas que han sufrido un paro cardiaco o han estado a punto de morir, podrían definirse como un compendio de todas estas anomalías: los pacientes perciben que su conciencia escapa de su propio cuerpo, vislumbran un túnel negro con una luz al otro lado, se sienten rodeados de presencias que identifican como espíritus, ángeles o fantasmas; y, a menudo, les acompaña una sensación de plenitud o estado de euforia.

Estos recuerdos, que se han observado y recogido en hospitales de todo el mundo, han sido interpretados habitualmente desde un punto de vista místico, religioso o paranormal, pero varios grupos de expertos opinan que deberían incorporarse al estudio académico. Algunos científicos consideran, de hecho, que la neurología y la psiquiatría actuales ya cuentan con herramientas suficientes para explicar el fenómeno, que sería la suma de una serie de experiencias cerebrales extremas provocadas por la propia cercanía de la muerte.

Los investigadores británicos Dean Mobbs, del Medical Research Council de Cambridge, y Caroline Watt, psicóloga de la Universidad de Edimburgo, elaboraron un estudio que repasaba varios de los síntomas más extendidos en las experiencias cercanas a la muerte y ofrecía una explicación biológica factible para cada uno de ellos. La percepción de encontrarse en un tunel, por ejemplo, puede deberse a fallos en la visión periférica, ocasionados por la carencia de oxígeno en el cerebro que se produce tras sufrir un paro cardiaco.

Carencia de dopamina

Las visiones de espíritus o fantasmas podrían estar relacionadas, según estos autores, con otro efecto neurológico: la escasez de dopamina. Este neurotransmisor también se encuentra en muy bajos niveles en los pacientes de Parkinson, los cuales sufren alucinaciones, delirios y otros síntomas psicóticos que podrían asociarse a la referida sensación de encontrarse rodeado de ánimas.

Sin embargo, los pacientes que han vivido una experiencia cercana a la muerte no la suelen recordar como un mal trago, sino que dicen haber sentido una calma total y un estado de plenitud, dispuestos a acoger con alegría lo que fuera que les esperara al final del túnel. Pero Mobbs y Watts recuerdan que estas sensaciones también pueden derivarse de desarreglos neuronales.

Por ejemplo, la ketamina, un anestésico veterinario que se emplea como droga recreativa, provoca entre sus usuarios sensaciones de entusiasmo y euforia -además de otros peligrosos efectos- y en ocasiones se han registrado experiencias cercanas a la muerte, incluida la percepción de abandono del propio cuerpo, por parte de los consumidores de esta sustancia.

"Pese a las creencias populares, las investigaciones sugieren que no hay nada paranormal sobre estas experiencias", concluían los autores en su estudio, publicado en 'Trends in Cognitive Sciences'. "Por el contrario, las experiencias cercanas a la muerte son la manifestación de las funciones normales del cerebro cuando se estropean, durante un suceso traumático y, a veces, inofensivo", añaden.

Una nueva ciencia de la mente

Otros expertos opinan, por el contrario, que las experiencias cercanas a la muerte son demasiado complejas para que nuestro actual -y limitado- conocimiento neurológico pueda ofrecer una explicación exhaustiva del fenómeno. Lo cual no quiere decir que deban relegarse al campo de lo paranormal.

El problema radica, más bien, en que sería necesario un nuevo paradigma científico del cerebro para poder entender cabalmente lo que sin duda es una de las experiencias más extremas a las que debe enfrentarse nuestra mente: la contemplación, desde un estado de inconsciencia, de su propia extinción física. El cardiólogo británico Sam Parnia, que ha realizado varios estudios con decenas de supervivientes a paradas cardiacas, defiende que las percepciones narradas por quienes han atravesado esta vivencia escapan al ámbito de la actual neurología.

En un informe publiacado en 2001, junto al psiquiatra Peter Fenwick, el doctor Parnia relataba una serie de experiencias que no podrían explicarse como un mero episodio de confusión o alteración neuronal. Algunos pacientes, argumentaban estos autores, daban "detalles específicos relacionados con las técnicas de resurrección, verificados por el personal del hospital, que no pueden, sencillamente, explicarse de esta forma". "Para que estas memorias se formaran", insisten, "una forma de conciencia debió estar presente durante la parada cardiaco".

Parnia y Fenwick sostienen que, pese a la reducción del flujo sanguíneo y de las funciones cerebrales que sufren los pacientes, las experiencias cercanas a la muerte que relatan "no son confusas". Por el contrario, manifiestan "elevados niveles de conocimiento, atención y conciencia, en un momento en que la conciencia y las memorias no deberían ocurrir", según los investigadores. "Una nueva forma de pensar es necesaria para proporcionar una nueva perspectiva de esta intrigante, aunque ampliamente desconocida, área de la ciencia", concluyen.

El cerebro cuántico

Una de las vías para reformar la ciencia de la mente más populares en los últimos años -aunque de limitada penetración en el ámbito médico- ha sido la propuesta por el prestigioso físico y matemático Roger Penrose, quien sostiene que los fenómenos aparentemente inexplicables de la mente humana se deben a la naturaleza cuántica de la misma.

Algunos autores, como el psicólogo Bruce Greyson, de la Universidad de Virginia (EEUU), defienden que una teoría cuántica del cerebro podría explicar las experiencias cercanas a la muerte desde una perspectiva "que desafíe al reduccionismo materialista", aunque no por ello paranormal. Las experiencELMUNDOias cercanas a la muerte y otros fenómenos de la mente requerirían, según Greyson, "de una psicología revisada, que no esté anclada en la física clásica del siglo XIX sino más bien en la física cuántica del siglo XX, la cual incorpora la conciencia en su formulación conceptual".

Pero todas estas reflexiones académicas quedan lejos, en realidad, de la práctica médica diaria. Lo habitual es que un paciente que ha sido resucitado tras un paro cardiaco no comente sus percepciones -si es que las tuvo- con el personal sanitario, y se muestre desorientado y confuso durante un tiempo, hasta que recobra por completo la conciencia. El doctor Francisco José del Río, intensivista en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, explica que "lo más normal es que no recuerden nada; suelen tener un espacio en blanco".

"A veces hay cuadros estructurados de algo parecido a lo que es un delirio, pero sin tener una idea muy clara de qué es lo que ha pasado", comenta este especialista a ELMUNDO.es. "Yo llevo muchos años en esto y no he oído nunca a nadie que hable de una luz al final del túnel. Algunos dicen que recuerdan haber visto al equipo que les atendía: probablemente están mezclando recuerdos de cosas que han visto con lo que se les cuentan". Hay que tener en cuenta, recuerda Del Río, que "no es un despertar fisiológico como el que tenemos por la mañana todos los días", sino que los pacientes han recibido fármacos que pueden afectar a sus percepciones: "No se puede sentir con claridad qué está pasando", insiste.

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EL MUNDO ES
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alma está en la red del cerebro1 comentario
Se pensaba que los recuerdos estaban alojados en distintos módulos cerebrales
Para Fuster la memoria surge de la interconexión de la red que es el cerebro
En Redes, Punset y Fuster charlan sobre la creación de los recuerdos
Este domingo, 13 de noviembre, a las 21.30 horas, en La 2


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Joaquim Fuster, profesor de Psiquiatría, Universidad de California, Los Angelestve
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Redes
Eduard Punset y su equipo han logrado demostrar que ciencia y entretenimiento se pueden unir para que en este tercer milenio la ciencia, por fin, irrumpa en la cultura popular.
El programa se emite en La 2, todos los domingos, a las 21:30 horas; y se repite los domingos, a las 3:15 horas.
y en el Canal 24 horas, según el siguiente horario:
Los jueves, a las 15:00 horas
Los viernes, a las 21:00 horas
Los sábados, a las 10:30 horas

EDUARD PUNSET (REDES)
11.11.2011
Antes se pensaba que las ideas, los recuerdos o los conocimientos estaban alojados en distintos módulos cerebrales.

El neurocientífico español radicado en los Estados Unidos, Joaquim Fuster, fue uno de los primeros en desafiar este concepto y proponer que la memoria surge de la interconexión de la gran red que es el cerebro.

En este capítulo de Redes, Punset y Fuster charlan sobre la creación de los recuerdos y sobre los distinto tipos de memoria.

También desarrollamos los 12 consejos del neurocientífico Paco Mora para mantener un cerebro saludable.

La solidez y durabilidad de un recuerdo están relacionadas con
las circunstancias emocionales en las que se lo ha adquirido.
Joaquim Fuster

Eduardo Punset:
Joaquín, vamos a ver, hay una cosa en materia de cerebro que me ha preocupado toda la vida. Y estoy seguro que nuestra audiencia estará encanada también de descubrir, por fin, qué es lo que nos pasa por dentro.

el motivo por el que una memoria es tan firme, tan sólida y tan duradera, son las circunstancias emocionales en que se adquirió la memoria
A mí me cuentan, me contáis, los médicos y los físicos... que, efectivamente, se me van muriendo las neuronas, que las células se renuevan...

Y, sin embargo, oye, la memoria de una cara, de una persona me queda forever, me queda para siempre. Puedo llegar a los 80 años y allí está. ¿Dónde está? ¿Dónde se pone? ¿Dónde guardo este recuerdo en células que han muerto o desaparecido?

Joaquim Fuster:
En primer lugar, el motivo por el que una memoria es tan firme, tan sólida y tan duradera, el motivo principal, son las circunstancias emocionales en que se adquirió la memoria, en general.

Se forman firmemente con las emociones, con el clima emocional en que se adquieren las memorias. Además, en el curso de la vida se ejercitan estas memorias, repetidamente.

Tipos de memoria
Luego hay otro factor importante, que es el tipo de memoria que queda. Hay muchas clases de memoria. Está la memoria semántica, más bien abstracta, del conocimiento.

Luego está la memoria episódica de los detalles, de la vida, del nombre, de la cara. Se van ejercitando en el curso de la vida y así subsisten.

Claro, al mismo tiempo, se van debilitando algunas de estas conexiones y se pierden memorias y se pierden neuronas y se pierden sinapsis, pero se van creando nuevas. Entonces, el truco para adquirir nueva memoria es el ejercicio, el ejercicio del cerebro.

Eduardo Punset:
Claro yo a mis alumnos y, en general, a la gente, siempre le digo, oiga, además del ejercicio físico... Porque les veo allí que hacen jogging...

Joaquim Fuster:
Claro... No... Es la gimnasia mental

Eduardo Punset:
Claro... No se olviden de la gimnasia mental

Joaquim Fuster:
Exactamente...

Eduardo Punset:
Oye, hablabas de distintos tipos de memorias. Y, no sé por qué, me acuerdo de una que me hizo gracia. Y es cuando me pongo la camisa, por ejemplo por la mañana, a lo mejor me pica algo de la camisa, pero al cuarto de hora me he olvidado.

El cerebro tiene que inhibir las memorias que no vienen al caso
Joaquim Fuster:
Te has olvidado, y es que la suprimes, y es que la inhibes. El cerebro tiene que inhibir las memorias que no vienen al caso…

Eduardo Punset:
Para poder dejar espacio...

Joaquim Fuster:
Exactamente, para dejar espacio y para dejar vitalidad a las que son importantes en aquel momento.

Eduardo Punset:
Leyendo tus cosas... Hay algo… Hoy eres… Bueno, no te lo voy a decir a ti, pero eres uno de los grandes neurólogos.

Joaquim Fuster:
Muy pequeñito.

Eduardo Punset:
De verdad, ¿eh? Has sido el primero en cantidad de cosas.

Y en una cosa que fuiste el primero fue en constatar que realmente lo que tú llamas el conocimiento no estaba fijo, o inserto o localizado en una parte especial del cerebro.

Era lo que llamabais, me parece, la concepción modular del cerebro. Y dices esto es el pasado… ¿Por qué lo sustituyes, eso?

La red neuronal
Joaquim Fuster:
Por la red. La red es la clave.

La red neuronal, sobre todo las redes de la corteza cerebral, son la base de todo el conocimiento y de toda la memoria.

Se forman a lo largo de la vida con la experiencia por el establecimiento de conexiones entre neuronas.

Entre neuronas que pueden estar agrupadas en grupos pequeños, sobre todo en las zonas primarias sensoriales y motoras que pueden llamarse módulos, si tú quieres. Es decir, los módulos están en la base.

Es el ver, es el tocar, es el oír, es el moverse, pero la conciencia del conocimiento, y la conciencia de la memoria, está en la red. Que es la agrupación.

La red neuronal, sobre todo las redes de la corteza cerebral, son la base de todo el conocimiento y de toda la memoria
Eduard Punset:
Es relacional.

Joaquim Fuster:
Es relacional. El código de la memoria, el código del conocimiento es un código relacional, es un código de relaciones, lo más cercano que hay a ello desde el punto de vista psicológico es la psicología de la Gestalt, la psicología de la forma.

Una cosa se ve, tiene sentido y significado por las relaciones entre sus partes.

Pero el total, el significado de aquel objeto, lo definen las relaciones entre las partes, y no es reducible a las partes en sí.

Es decir, que el todo es mucho más que la suma de las partes.

Eduardo Punset:
Y una neurona puede ser el centro de muchas cosas...

Joaquim Fuster:
¡Oh, claro! De muchas... Las redes neuronales del conocimiento, debido al hecho que se forman por asociación, todas ellas, y por vivencia, comparten células y grupos celulares.

Es decir, un grupo celular puede ser parte de muchas redes, de muchísimas redes.


Las redes neuronales del conocimiento, debido al hecho que se forman por asociación, todas ellas, y por vivencia, comparten células y grupos celulares
Eduardo Punset:
O sea, corrígeme… A ver si he entendido bien. Si yo me fijo en la estructura de la neurona para saber qué pasa con el conocimiento, no voy a ir muy lejos....

Joaquim Fuster:
No vas a ir muy lejos, no.

Eduardo Punset:
¿Por qué?

Joaquim Fuster:
Porque el código de la cognición es un código relacional a nivel de la red. Y es irreducible a las partes.

Es decir, hacer lo que tú decías sería como pretender entender el significado de lo que dice la carta escrita estudiando la composición química de la tinta. ¿Comprendes?

No la entenderás nunca porque el lenguaje escrito o hablado es un lenguaje relacional, es un código relacional: relaciones entre letras, entre palabras, entre significados semánticos. Es decir, no se puede reducir a sus partes mínimas...

el código de la cognición es un código relacional a nivel de la red
Mis memorias son distintas de las tuyas porque las relaciones se han formado de modo distinto con elementos aleatorios que son distintos para mí y para ti, pero compartimos ciertas redes en común, que son las redes de la cultura, el ambiente en que hemos vivido, las leyes del léxico, del lenguaje.

Eso queda y está por encima de todo porque es el resultado de la repetición de redes más chicas, más pequeñas, que están en la base de esas redes.

Porque están organizadas de modo jerárquico, ¿entiendes? A nivel más bajo está la memoria sensorial, motora, primaria. Esta sí que se puede reducir a módulos, ¿entiendes? Ciertas partes del cerebro... Pero cuando nos salimos de allá y subimos a las zonas asociativas de la corteza, la memoria se va haciendo más interconexa, más compleja, más amplia y más difusa. Esto también le da solidez, porque pueden perderse algunas de las vías de acceso a ella, pero otras quedan.

Tú te fijas muy bien que, cuando te encuentras que no recuerdas el nombre de una persona, empiezas a tantear en tu mente las distintas circunstancias en que la has visto para poder enganchar con aquella asociación y aquello te lleva a ello.

Desgraciadamente, de todos modos, a veces, cuanto más buscas, menos recuerdas. Esto es el factor emotivo, la inhibición que te hace...

Eduardo Punset:
Olvidar algo que no quisieras recordar...

Joaquim Fuster:
Exacto, es justamente lo que no...

Eduardo Punset:
Oye, tú has hablado en algún lugar, no sé dónde, de lo que es el conocimiento perceptual que supuestamente está en la parte posterior de la cabeza y lo distingues del...

Joaquim Fuster:
Ejecutivo...

Eduardo Punset:
Del cognitivo, complejo...

Joaquim Fuster:
Exacto...

Eduardo Punset:
Por el que guías realmente el quehacer de cada día... ¿Esto es así o...?

Joaquim Fuster:
En líneas generales es así. Hay relaciones entre los dos sectores muy íntimas, como es natural, porque los dos participan en el ciclo percepción-acción. Percibo y esto educa, informa, mi acción. Mi acción produce cambios en el medio ambiente. Y estos los percibo. Con lo cual se realimenta el sistema.

Eduardo Punset:
Oye... Dime, por ejemplo, tú percibes una persona amiga que, además, es muy bella y muy inteligente y esto lo percibes supuestamente con tu...

Joaquim Fuster:
Con mis redes neuronales, sobre todo de la corteza posterior... Y también con líneas de influjo de los centros emocionales del cerebro y de la estética.

Estos colorean mi visión de aquella persona. Y, además, se relacionan con la memoria que tengo yo de aquella persona, o de otras parecidas, para informar cómo tengo que reaccionar en aquel momento a aquella persona.

Entonces entran en función las redes anteriores de la corteza frontal...

Eduardo Punset:
Estas...

Joaquim Fuster:
Exactamente... E informan y modulan mi conducta, mi lenguaje.

Eduardo Punset:
Un psiquiatra como tú... ¿Intuíais que el cerebro era algo tan sofisticado, tan complicado con sus fases, sus relaciones, sus percepciones iniciales...?

Joaquim Fuster:
Yo sí lo intuía, con toda humildad te lo digo... Y por eso me fui a estudiarlo en otro lugar, porque no se podía estudiar en España...

Eduardo Punset:
¿Por qué estudiabas? Porque tú fuiste conocido primero porque descubriste la célula de la memoria...

Joaquim Fuster:
Las células de la memoria... Perdón, plural...

Eduardo Punset:
Esto... Las células en los primates... ¿Y por qué? ¿Por qué estudiabas las células, las neuronas, de los primates?

Joaquim Fuster:
¡Ah! Pero las estudiaba en un contexto... Las estudiaba en animales que hacían su conducta normal y corriente.

De esta manera adquirí el conocimiento de que en ciertas partes de la corteza cerebral existían unas células que mantenían la información de un objeto sensorial, visual o auditivo, durante segundos o minutos hasta que el animal hacía su acción.

En este caso, discriminar entre dos colores... Y para conseguir una recompensa, lo que fuera, ¿no?. Esta es la memoria que llamamos memoria de trabajo.

Eduardo Punset:
Working memory...

Joaquim Fuster:
Working memory... Y esta working memory no es un tipo especial de memoria, lo que es, es memoria a largo plazo que se usa ad hoc en aquel momento... pues tal día, diríamos, para ejercer una acción o resolver un problema para...

Este "para" es importante, es para algo que se recuerda. Pero en el uso de esta memoria, uso yo la memoria a largo plazo que tengo ya allí preformada sólo con variaciones que son "aducentes" a lo que tengo que hacer en aquel momento, ¿no?

Eduardo Punset:
¿Qué hacemos con el cerebro?

Joaquim Fuster:
Nos ajustamos al medio ambiente.

El cerebro es la interfase que hay entre nosotros y el medio ambiente.

Cuando digo el medio ambiente no quiero decir sólo el ambiente externo, sino el ambiente interno, el milieu interno.

Entonces, en el curso de la evolución, se ha desarrollado sobre todo la corteza muchísimo, muchísimo.

Y en el ser humano ha adquirido propiedades muy peculiares que le permiten dos cosas fundamentales, dos, dos: una es el lenguaje, es un medio de ajuste al medio ambiente, y la otra es la predicción.

Es decir, que todas las funciones que llamamos ejecutivas, todas tienen un futuro, todas: la memoria de trabajo, el planeamiento, la toma de decisiones, la conciencia creadora.

Todas miran al futuro. Voy a hacer esto para esto, para esto, para esto... Tengo que hacer esto... Tengo que decidir... Tengo que, "ten


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Isaac Conde
asi tal como ve el almacenamiento de los recuerdos en el cerebro es como yo veo el universo, llevo toda mi vida sintiendo que el universo cuantico es una red que no se puede interpretar a no ser que veas fracciones de toda la informacion de cuerto tamaño, Me inclino a pensar que cada vez que vemos el universo cuantico solo estamos viendo letras sueltas y nos falta saber el orden cosa que solo vemos una vez que nos alejamos por eso en nuestra dimension tiene sentido ay a nivel cuantico no. ademas de que las particulas viajen mas rapido que la luz y por eso no las veamos o se comporten de manera extraña, pero con mucha seguridad puedo decir que cuando vemos a nuestro nivel lo vemos todo con orden porque estamos leyendo un codigo y que si variamos nuestra perseccion a menos no entenderemos nada creo que para comprender bien el magnetismo lo `rimero es ver el mensaje completo y ahun no sabemos siquiera si el universo tiene limites... no vemos la totalidad del mensaje... Para poder comprender la totalidad del cerebro hay que estudiarlo en dos dimensiones y ver "cual es la letra A" en el abcdario de las neuromas...
ayer 22:31h
Mi com
RTVE
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El baile de una diosa BY
IKER SEISDEDOS 13/11/2011
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Es una estrella de la danza mundial. Acaba de cumplir en la plenitud de su madurez una década como primera bailarina del royal ballet de londres. La crítica y la afición vibran con su talento. Y a ella aún le queda mucho por bailar. La española Tamara Rojo se plantea un nuevo sueño: dirigir la compañía que ha sido testigo de sus mayores triunfos.

Tamara Rojo, la diosa del ballet, la chica que vació el cuerpo para bailar el alma, el cisne de las piruetas y la acróbata poética de la tenaz entrega, siempre, incluso a mitad de su vuelo más imposible, tuvo los pies en el suelo. En todo este tiempo acompañó su legendaria capacidad para clavar su figura menuda, esculpida en duro linóleo, y encadenar 10, 20, 30, decenas y decenas de giros sobre sí misma, con la fama de niña prematuramente cabal. Por eso, desde la altura de sus 37 años, edad en la que para muchas de sus compañeras de profesión todo empieza a saber a la angustia por el futuro incierto, Rojo se siente "en el mejor momento" de su carrera. Lista para la madurez. "Más sabia físicamente, y en la cúspide de una cima artística".

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"Me siento en el mejor momento de mi carrera. Más sabia físicamente, y en la cúspide de una cima artística"

"Me molesta el cliché que afirma que en el ballet todo va a peor. Somos mejores bailarines que los de hace 50 años"

"Nacho Duato quería hacer una compañía de autor.Y si quieres eso, hazla privada, juégate tú tu propio dinero""A todos nos gusta pensar que aquellos que alcanzan algo tienen que sufrir para lograrlo. Así nos sentimos mejor por no intentarlo"

"El arte puede hacer las preguntas cómodas e incómodas. Ante la crisis moral de esta sociedad, nos ayuda a contestarlas"

No significa eso que la madrileña, nacida por accidente en Montreal como la hija de un ingeniero y una contable, piense disfrutar de "los seis años de baile" que, calcula ella, le quedan dormida en sus laureles de primera bailarina del Royal Ballet de Londres. Conformarse nunca fue su estilo.

Rojo, que ha cumplido este año una década en uno de los puestos más codiciados de una profesión ambiciosa, se prepara para una nueva vida como gestora artística, quién sabe si al frente de la compañía que tantos triunfos suyos ha contemplado. Colabora con el Consejo de las Artes británico ("tras media vida en este país, ya casi me siento de aquí") y se esfuerza, como en la canción de Dionne Warwick, en "saber cuándo marcharse". "Me aterra hacer el ridículo. A este nivel es muy difícil que la gente te diga toda la verdad. Tienden a adularte, pero yo tengo que permanecer alerta".

Pero las elucubraciones sobre su futuro llegarán después. Rojo había aparecido entre la lluvia, sepultada por el incógnito de un abrigo y un sombrero de lana, a su cita en la Royal Opera House, donde la música de Chaikovski había sido sustituida en esta tarde desapacible por el ritmo percutor y escasamente musical de un taladro que se afanaba en el embellecimiento de la platea. Al otro lado, en la bulliciosa plaza, los carteles anunciaban sus futuros éxitos, mientras que en la tienda, los pasados destacaban entre los DVD consagrados a Margot Fonteyn y otras viejas reinas del Covent Garden. Saludó al guarda, que pareció reconocerla a duras penas, y guió sus pasos, anchos y ágiles, a través de las calles hacia un club privado, donde los bailarines de la compañía acuden a relajarse por las noches después de la función: con su aire clandestino parece un buen lugar para hacer el camino de vuelta desde la divinidad de la danza al mundo de los mortales.

Llegaba de posar para el fotógrafo durante horas con complicados trajes de alta costura en un estudio del norte de Londres. Un juego de niños para una mujer acostumbrada al trabajo duro (¡ocho horas diarias de clases y ensayos!) desde que empezó en el ballet a los seis años. "Creo que en general cada vez tenemos menos capacidad de sacrificio", explicará como para disculparse sentada en el borde de un sofá de terciopelo, en posición bien erguida. "Creemos que nos lo merecemos todo. Y creemos que nos lo merecemos a cambio de nada. Hay un concepto muy contemporáneo que dice que el trabajo es el trabajo y que no debe invadir tu vida personal. Que si logras eso, serás un ser humano equilibrado. No estoy totalmente de acuerdo. Una vocación es algo que te llena. Afecta a todo lo que haces".

Ciertamente, ella nunca escatimó esfuerzos para labrarse las conquistas. "Su virtud más destacable es la enorme capacidad de trabajo", explica Ricardo Cué. Hombre de enciclopédico conocimiento coreográfico y uno de los primeros valedores de Tamara Rojo en el mundo del ballet, la conoció "en París cuando ella tenía 18 años". "Y enseguida supe que era una chica especial, de las que no necesitan pasar por el cuerpo de baile para ser primeras bailarinas".

Entonces, Rojo brillaba a las órdenes de Víctor Ullate, el maestro en sus inicios, a cuya compañía llegó por cabezonería catódica. "Estaba viendo un programa en televisión que se llamaba El kiosco", recuerda ella. "Y salían unas niñas bailando. Le dije a mi madre: 'Quiero que me apuntes donde esas niñas estudien'. Ella averiguó que eran de Ullate. Al ingresar en la compañía, me di cuenta de que el ballet era otra cosa que practicar después del cole dos veces por semana, que era algo a lo que se podía uno dedicar con todas sus fuerzas. Luego decidí, como a los 11 o 12 años, que yo estaba llamada para eso".

El resto es historia de la danza europea. La chica ganó un concurso importante en París, justo en la época en la que conoció a Cué. Fue fichada por el Scottish Ballet cuando aún era una jovencita sin conocimientos de inglés ("poco importaba, en Escocia tampoco lo hablan", suele decir en broma). Cuatro años en la compañía fueron suficientes para llamar la atención del English National Ballet. Y cuando se sintió lista para el gran reto del Royal Ballet, la suerte vino a aliarse con ella. "En la compañía en la que yo estaba, el repertorio era muy limitado", recuerda. "Y yo quería algo más... dramático. Contacté con el director [sir Anthony Dowell]. Pedí ingresar un mes de septiembre en el Royal Ballet, pero no tenían contratos para mí en ese momento. Luego me llamaron en enero. Una de sus primeras bailarinas se había ido del ballet bruscamente y se montó un gran escándalo. Y en ese momento, para parar la mala prensa por la súbita partida, me contrataron a mí".

La polémica por su acelerada salida de la antigua compañía (nada grave; con el tiempo, ha acabado bailando regularmente al frente del English National Ballet) atrajo sobre ella la atención de la prensa británica. Londres es una ciudad donde el ballet es cosa seria y en la que sus siete diarios más importantes dedican un espacio preponderante al exigente comentario coreográfico. Pero por eso no cabe preocuparse. Rojo siempre fue una favorita de la prensa ya desde sus inicios, como recuerda Judith Mackrell, crítica de danza del diario The Guardian. "La primera vez que la vi bailar fue con Romeo y Julieta, en el Royal Albert Hall. Me sorprendió enormemente que una chica tan joven y menuda fuese capaz de llenar el espacio tan poderosamente. Desde entonces, su intensidad lírica y su capacidad dramática no han dejado de crecer, así como el hecho de que sigue poseyendo una técnica de acero".

Cué, que promovió su candidatura al Premio Príncipe de Asturias de las Artes (lo recogió en 2005 junto a la veterana Maya Plisétskaya), recuerda emocionado las unánimemente elogiosas críticas recibidas por Rojo el mes pasado gracias a una interpretación de Margarita y Armando, un "antes y un después" en su trayectoria. Solo habían bailado esa pieza antes Margot Fonteyn y Sylvie Guillem (junto a Ana Laguna, la única bailarina a la que la pequeña Tamara pidió en cierta ocasión un autógrafo). Enfrentarse a ella era un reto arriesgado del que, según la crítica, Rojo ha salido "consagrada". "Está viviendo ese momento en que se puede relajar gracias a que ha dominado la técnica y así entregarse al gran arte", opina Cué.

Sus aéreas piruetas no han sido las únicas razones que han hecho a Rojo una habitual de los diarios este año. A la prensa, que disfruta comparándola con Elizabeth Taylor por sus enormes y expresivos ojos, le interesa enormemente tanto su supuesta pugna con la bailarina del Royal Ballet Alina Cojocaru ("nosotras nos llevamos bien; los que no se pueden ni ver son nuestros fans", admite entre risas) como su inesperado interés por colocarse al frente de la compañía como directora, un puesto que al final fue adjudicado a Kevin O'Hare, hombre de perfil burocrático que viene de gestionar los aspectos administrativos. "Yo misma sentí cierta sorpresa al ver que me presentaba", recuerda Rojo. "Pero en realidad fueron los propios seleccionadores los que me empujaron. Y quedé contenta con mi presentación".

Pese a que todos coinciden en que habría sido una pena ver truncada su carrera cuando aún le queda tanto por dar ("Creo que intelectualmente estaba preparada, pero habría resultado una lástima que dejara de bailar", opina la crítica Judith Mackrell), lo cierto es que Rojo lleva años trabajando en ello: "Leyendo tochos de ensayo en los tiempos muertos de los aviones", acudiendo a exposiciones de arte e "intentando aprender los misterios de la gestión" observando trabajar a otros. "El comité valoró mucho mis conocimientos de danza internacional y mis contactos. También apreciaron mi interés por el resto de las artes. Lo hice sobre todo para aprender. Y sí, a lo mejor hubiese sido demasiado pronto. Aunque hay cosas por las que merece sacrificar otras".

Este relato vendría a desmentir las elucubraciones que la situaron más o menos en la misma época en la carrera por la sucesión de Nacho Duato al frente de la Compañía Nacional de Danza (CND), donde le sustituyó, tras dos décadas, José Carlos Martínez, que se halla en los últimos compases de su carrera como bailarín estrella de la Ópera de París. "Yo no pinto nada dirigiendo ese cuerpo", se excusa ella. "Y lo digo sin desmerecer a nadie, porque José Carlos es muy inteligente, tiene mucha experiencia. Y yo no tengo nada que enseñarle".

-¿A qué atribuye que el ballet clásico no cuajara, ni quizá cuaje nunca, en España?

-Hubo un tiempo en que sí se logró, cuando la directora del Ballet Nacional era María de Ávila. De allí salieron grandes estrellas como Arantxa Argüelles o Trinidad Sevillano. Luego, políticamente se decidió que la compañía tenía que ir en una dirección determinada, que era la contemporánea, y pusieron a Nacho Duato. Fue él quien decidió que el ballet clásico no tenía espacio allí. ¿Por qué la gente dejó de ir a ver a la Compañía Nacional después de 20, incluso de 10, y hasta de 5? Porque es un coñazo. Siempre ves lo mismo. No significa que Nacho no sea un buen coreógrafo, lo es, pero en dosis. Como todos. No puedes estar comiendo 20 años el mismo plato. El problema es que nuestras instituciones culturales no tienen responsabilidad. La CND tendría que asegurarse de ofrecer un número suficiente de actuaciones para un número determinado de público. Y esta regla no funcionó en la compañía, porque era muy aburrida. Muy repetitiva. Él quería hacer una compañía de autor, como había visto en la de Jirí Kilyán. Y si quieres una compañía de autor, hazla privada, juégate tú tu propio dinero.

-No parece abundar entre sus compañeros ese interés suyo por el trabajo en la sombra, lejos de los focos...

-Sé que no es lo normal en este gremio, pero ¿qué le vamos a hacer si a mí me interesa la gestión? Yo lo veo como una manera de devolver a la danza todo lo que me ha dado personalmente. Aunque a lo mejor esa pulsión estaba ahí de siempre. El primer espectáculo que fui a ver fue un Lago de los cisnes, que no me gustó nada. Me interesaba hacer ballet, pero no verlo. Yo no sabía que había que bailar en el escenario. ¡Me pareció de un exhibicionismo! No me resultó serio para nada... Menuda era yo.

No es ese el único estereotipo que Rojo incumple. No se ajusta a la imagen de la lánguida bailarina. La contagiosa inquietud intelectual de esta ávida lectora de literatura española y latinoamericana y compulsiva consumidora de cine y teatro quedará patente cuando a mitad de la charla se interese por el libro que porta el periodista. Se trata de Apollo's angels, una historia del ballet con la que la exbailarina Jennifer Homans ha conseguido abrir en el mundo anglosajón un enconado debate en torno al capítulo que cierra el ensayo, en el que se afirma que la danza es un arte muerto, incapaz de adaptarse a los retos de la contemporaneidad.

Coge el libro y lo abre por la mitad. "No leas a partir de aquí", dice con fingido enfado. "Me molesta un poco el cliché que afirma que en el ballet todo va a peor. Somos mejores bailarines que los de hace 50 años. Sin ninguna duda. Tanto físicamente como en lo puramente atlético, tanto en la alimentación como en la musculatura. Artísticamente ya es una cuestión de opiniones, pero a mí me parece que esa señora no ve lo que hacemos nosotros o la Ópera de París. Es más, estoy convencida de que la generación que venga dentro de 20 años será mejor que la mía".

Rojo opina que la disciplina a la que consagró su vida tiene algo que decir, incluso enfundada en sus aparatosos tutús, ante la cruda realidad; también ante eventos tan dramáticos como los disturbios que asolaron su ciudad en verano. "El arte puede aportar lo que aporta siempre. Puede hacer las preguntas cómodas e incómodas. Ante la crisis moral de esta sociedad, viene a ayudarnos a contestar esas preguntas. Todas las historias, pero sobre todo las que sobreviven tanto tiempo, como El lago de los cisnes, sirven de mucho. Desde el punto de vista de un niño homosexual que no es capaz de salir en sociedad, o de la mujer que ansía ser otra cosa, o del soberano que no acepta las responsabilidades de la corona...".

Por eso le resultó tan molesta, como se ha encargado de decir a quien ha querido oírla, la adaptación de Darren Aronofsky al cine, ese Cisne negro que le valió un Oscar a Natalie Portman. "Los críticos la pusieron tan bien porque visualmente era muy bonita. Pero para mí fue una gran desilusión. En cuanto pones un tutú y un par de bailarinas, todo se vuelve súbitamente bello. Pero en cuanto a la película, ya solo como película, los diálogos y todo lo demás son tremendamente torpes". Se enciende cuando recuerda que el director aseguró que Portman había logrado meterse en la piel de una primera bailarina tras solo un año de duro trabajo. "Me parece una falta de respeto hacia esa doble del New York City Ballet que la ayudó en las escenas. Además, yo sé que eso es imposible".

Lo cierto es que el éxito de una película tan truculenta (en el argumento hay episodios de autolesiones, anorexia, acoso sexual y turbias derivadas del amor materno-filial) podría venir a confirmar una cosa: el mundo está dispuesto a creer que una compañía de ballet es un ambiente claustrofóbico, el escenario perfecto para la representación de nuestras peores pesadillas. "Hubo una época en la que probablemente fue bastante parecido a lo que se expone en la película. Hoy en día, por ejemplo, si sufres un desorden alimentario, tu carrera se acaba rápidamente. Creo que a todos nos gusta pensar que aquellos que alcanzan algo tienen que sufrir para lograrlo. Así nos sentirnos mejor por no intentarlo. Como cuando nos divierte ver las fotos de las famosas famosísimas, en la playa, gordas, horrorosas... Genera cierto bienestar. Lo mío es un sacrificio elegido, no impuesto. Esto sería terrible si me obligaran todos los días. Si te sacaran de la cama, te arrastraran y te pusieran a entrenar".

Por suerte para sus seguidores, a Rojo solo le pesa "algunas mañanas", las que siguen a una función especialmente exigente, levantarse de la cama. Ese primer paso de baile de la coreografía diaria. Esa pirueta tan costosa y tan universal. P

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EL PAIS ES

Voy a necesitar un trasplante y me da miedo"
Sábado 12 de Noviembre de 2011 18:53:35 | El periodista Jorge Lanata, en un reportaje íntimo con la revista Noticias, vuelve a hablar de su salud. Hace 11 años que los médicos le diagnosticaron diabetes y últimamente se hace diálisis tres veces por semana.


Jorge Lanata. | Ampliar imagen

"El médico me dice que deje de fumar, que baje de peso, que me cuide la diabetes, que me cuide el riñón. Por ahora lo único malo que hago es fumar. Ni siquiera tomo alcohol. Soy un Hare Krishna que fuma", le dice al periodista.

Hace unos 15 días Lanata fue noticia no por las peleas con el gobierno sino justamente por su estado de salud: fue intervenido por una insuficiencia renal y le colocaron una fístula para la diálisis que necesita. Ahora cuenta el polémico periodista que le resulta un "garrón" lo de la diálisis. "No me bajoneó porque no pude elegir, es así y no queda otra. De a poco me están dejando de funcionar los riñones y en algún momento me van a dejar de funcionar del todo", confiesa. Y luego habla de lo inevitable: "Voy a necesitar que me trasplanten en algún momento, lo que pasa es que hoy la lógica del trasplante me da miedo. Es todo muy reciente y lo están analizando. Que pase un año o dos, total no pasa nada. Y después me haré un trasplante".

Para someterse a esa operación debería dejar de fumar. Según le confió al cronista estaría dispuesto a hacerlo si se lo piden los médicos. Ahora dice fumar dos atados de cigarrillos por día y por ahora no piensa dejar ese vicio. Afirma que podría dejarlo si quisiera, pero no quiere.

En medio de su delicado estado de salud está el resto de su vida, también intensa. Durante las últimas semanas recibió agresiones mediáticas, cascotazos y nuevos cruces con el Gobierno.

Jorge Lanata está cada día más creyente. Quien hasta no hace mucho se declaraba "buscando a Dios con una linterna casi sin pilas", hoy habla de "un orden que se revela todo el tiempo" y que le cuesta atribuirlo sólo al azar. "Un psicólogo de café diría que es miedo a la muerte, o a la vejez. No sé", escribió el propio Lanata de sí mismo cuando cumplió 40 y descubrió que "vivimos poco", que "el tiempo es un montón de arena que se escurre cada vez más rápido en las manos".

De vuelta en la pantalla

En uno de los momentos más difíciles de su vida Lanata vuelve con un nuevo programa de TV en cable. "26 personas para salvar al mundo", una serie documental que se verá desde el 13 de noviembre por la señal Infinito.

Tras la experiencia que tuvo el año pasado en el mismo canal con "BRIC" -el programa que brindó las claves de por qué Brasil, Rusia, India y China serán las potencias mundiales del futuro-, Lanata viaja por el mundo para mostrar a las personalidades que podrían tener la clave para cambiar el futuro de la humanidad.

Todo comenzará en el Temlen Church de Londres, en el que el periodista encontrará un texto antiguo que aparenta ser una profecía que sostiene que LA NACION

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